Page 12 - 154 centrimetros y unas pocas historias de amor
P. 12
Leugim Sagrav
y pude notar su tristez al ver que me perdía en la
oscuridad, ella me reconoció. Fuimos centenares
los desterrados, condenados a atormentar por la
eternidad a los hijos de Dios en la tierra, yo era el
mejor en ese campo.Pero no podía olvidar la mi-
rada de esa hermosa creación del dador de vida.
Transcurrieron cientos de años y angustié miles
de vidas, yo fue artífice de contiendas de hijos
contra padres, de envidia y odio entre hermanos,
de quitar la importancia a los mandatos del pa-
dre eterno. Muchos se rindieron y perdieron la fe,
otros no, y como una jugada maestra para hacer-
me caer aún más bajo la encontré en el cuerpo
de una mujer divina, de piel color bronce y rizos
negros como mi alma, era su misma mirada, era
ella, la que una vez se apiado de mí, no era capaz
de hacerle daño, su recuerdo rondaba a diario por
mis pensamientos, era un sentimiento que había
tratado de olvidar más nunca pude. Solo deseaba
poder estar frente a ella, pero era casi imposible en
mi condición, porque ella tenía un cuerpo físico y
yo no, así que solo podía susurrar cosas. Comencé
a susurrar y tratar de hacerle recordar el momen-
to en donde mi existencia estuvo en sus manos,
manos que yo conocía, ya había sentido antes pero
no sabía por qué. Muchas veces fui castigado por
romper las reglas más nunca le hice daño, por el
contrario, aun sabiendo las consecuencias de mis
actos siempre estuve ahí para alejar cualquier cosa
que pudiese causarle daño alguno.
12