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154 centrimetros y unas pocas historias de amor
eran totalmente diferentes a los de cualquier otra
mujer que había visto, sus ojos profundos y gran-
des, labios carnosos, y una sonrisa que hacía que
todo su rostro iluminara la noche más oscura.
Pasaron unas cuantas lunas y logré enfocar mis
ideas, pensando que solo había sido una ilusión,
la emoción del momento, hasta que el gigante se
apreció por mi herrería y demandó mis servicio ya
que contaba con una pequeña daga que por uso y el
salitre había perdido su belleza y utilidad, me cos-
taba mucho entender lo que decía ya que habla una
lengua extraña y para terminar de confundir mi
mente estaba ella a su lado lo que provocaba que mi
mente no pudiese ordenar las ideas, tomé la daga
y comencé con la faena, y unos cuantos días des-
pués había regresado la belleza y el filo, era tanto el
filo que si un dios se cruzase en el camino de esta
arma saldría con heridas mortales, mi trabajo fue
bien recompensado, luego este gigante de nombre
Agostinho Marrero había creado un vínculo con
mi trabajo y llevaba todas sus herramientas y las
armas de toda su tripulación. Mis intenciones solo
eran ayudar con mi trabajo más no sabía que mi
trabajo sería la causa de mi desdicha…
Ya tenían algunos meses conviviendo con noso-
tros, conocían nuestras tradiciones y comenzaron a
usar nuestras vestimentas, se volvieron maestro en
el uso de la espada, entrenaban incansablemente,
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